Por Jesús Rodríguez Marín (Académico de Número de la Academia de Psicología de España).

El pasado 26 de febrero de 2020, murió el Profesor Bertram H. Raven, de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Con su muerte hemos perdido uno de los mejores nombres de la psicología social, del pasado y del presente siglo. Yo tuve la suerte de tenerlo como maestro.

Bert Raven nació en Youngstown, Ohio, el 26 de septiembre de 1926, y fue el menor de seis hermanos. Sirvió en la infantería en los finales de la Segunda Guerra Mundial. Obtuvo los títulos de BA (1948) y MA (1949) de la Universidad Estatal de Ohio, donde Donald Campbell lo introdujo en la psicología social. En 1953, obtuvo su doctorado en psicología social en la Universidad de Michigan, donde trabajó con Leon Festinger y John R. P. French. En 1956, Bert Raven se unió a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), como uno de los tres profesores de Psicología Social, y allí desempeñó un papel de liderazgo en el desarrollo de esa área. Entre otras cosas, fue fundamental para iniciar una subespecialidad en psicología de la salud dentro del área de psicología social (en la que tuve la ocasión y la suerte de poder formarme), predecesora de lo que hoy es un programa prominente a nivel nacional en Psicología de la Salud. Fue director del Departamento de Psicología y director del Centro de Investigación de Encuestas. Fue profesor invitado en la Universidad de Nijmegen, la Universidad Hebrea, la London School of Economics, la Universidad de Washington, la Universidad de Hawai y la Universidad de West Indies. Raven fue también presidente de la Society for the Psychological Study of Social Issues y editor del Journal of Social Issues. Fue miembro de cinco divisiones de la American Psychological Association y recibió muchos reconocimientos importantes, como el Fulbright Scholar, el Guggenheim Fellow, el National Institute of Mental Health fellow, y el premio Kurt Lewin.

Bertram Raven es conocido por su trabajo teórico y empírico, que comenzó en la década de 1950 junto a John French, sobre las bases del poder social, un marco ampliamente reconocido para estudiar la influencia interpersonal. En 1959, French y Raven definieron el poder social como el potencial de influencia (un cambio en la creencia, la actitud o el comportamiento de una persona (objetivo de la influencia), que resulta de la acción de otra persona (agente influyente); y definieron el poder social como el potencial de influencia, la capacidad del agente influyente para lograr dicho cambio utilizando determinados recursos (bases del poder). Inicialmente presentaron cinco bases de ese poder: recompensa, coerción, legitimidad, pericia, y referencia. Posteriormente, Raven añadiría, en 1965, una sexta base: la información. Este marco teórico se ha aplicado para examinar las relaciones en muchos contextos, incluidos los negocios, la administración, el liderazgo, la atención médica, la educación, la política y la religión. A mediados de la década de 1990, la tipología de base de poder original se había expandido a un modelo integral de poder /interacción /influencia interpersonal, y Raven había reunido en torno a ese modelo a un numeroso grupo de investigadores sobre la influencia social en el ámbito internacional.

Además, escribió y se publicó ampliamente en muchos idiomas sobre la dinámica de grupos pequeños y aplicó ese conocimiento a entornos como el hospital y los entornos educativos. Muchos análisis históricos han aplicado su modelo a figuras políticas y religiosas en el estudio de diferentes mecanismos de poder social.

Bert Raven fue un hombre extraordinariamente culto, amable, decente, con muy buen humor, y muy dedicado a su amada familia: su esposa, Celia, y sus hijos, Michelle y Jonathan. Y fue un músico consumado que tocaba el clarinete y la guitarra. Yo recuerdo a Bert como un hombre sencillo, amable y generoso, siempre lleno de energía y buen humor. Él realmente fue un maestro para mí, siempre ansioso por aprender algo nuevo y por enseñarlo. Siempre recordaré sus seminarios y nuestras charlas en el edificio Franz Hall, en UCLA, donde pasé tantas horas. Para mí, él sigue siendo un verdadero maestro cuyas enseñanzas nunca olvidaré.

Todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo lo extrañaremos profundamente, y lo recordaremos como un dedicado estudioso de la interacción humana que trabajó con integridad, que aplicó el rigor científico en la investigación de los comportamientos sociales y abogó con fuerza por la justicia social.